RELATOS DE VIAJES

Hola a todos los que habéis llegado a este blog, y ¡bienvenidos!

Hoy empiezo este relato sobre uno de mis sueños locos: recorrer Asia en una moto Royal Enfield con sidecar. La ruta total prevista empezará en la casa de la mítica marca, India, y terminará en otra casa, la mía en Irun, recorriendo un porrón de kilómetros.

Antes incluso de salir ya llegan los primeros cambios.

Como siempre pasa, estaba claro que antes siquiera de empezar el viaje iba a surgir algo que hiciera modificar los planes. En realidad los planes eran demasiado poco concretos; una fecha aproximada de salida y una ruta dibujada sin apenas comprobar su viabilidad. Así que los cambios no son, en fin, ninguna sorpresa.

Tenía claro llevar un sidecar, pero después de ver estos remolques ya no sé.

Sigo con los preparativos del viaje, y mientras buscamos soluciones para que mis compañeros puedan viajar con sus Royal Enfield del 95 con matrículas indias, yo estoy ocupado con el tema del sidecar.

La primera idea era comprar la moto en India, pero debido a la complicada burocracia en aquel país cambié de plan y pensé comprarla en Nepal. Finalmente y después de sopesar los pros y contras he decidido llevar la moto desde aquí, con matrícula española, y evitar sorpresas en las fronteras.

Y ya la tengo, ésta es la moto que llevaré en el viaje. Una Royal Enfield Classic 500cc, con 3 años y 2 mil kms...

Después de mil dudas y cambios de opinión, finalmente la moto está en su caja de madera, lista a ser embarcada camino a Mumbai...!

No ha sido complicado. Desconectar la batería y quitar la gasolina por exigencia de la naviera, atarla bien fuerte, aprovechar la caja para enviar el saco de dormir, la cocina de gasolina, cuatro cosas más, y listo.

En menos de una hora la caja estaba preparada y cerrada, esperando al transportista que la llevará al puerto de Bilbao.

Al entrar en el avión que me trajo de París a Mumbai un intenso cosquilleo recorrió mi espalda, y acabó en un escalofrío de placer. Olía a tabaco de mascar, olía a lo que huele en toda India. Y hasta la moqueta del avión tenía ese color rojo sangre que tienen las bocas de quienes lo mastican, y los charcos de saliva que dejan al escupir al suelo.

Uf, un chaparrón de recuerdos vino a mi cabeza y apareció de nuevo esa adictiva excitación que hace que viajar sea tan emocionante y atractivo.

Mr. Surender Singh, bien parecido a Gandhi, vende huevos en un carro al borde de la carretera.

También los cocina, y los prepara revueltos, fritos, cocidos, etc. pero todos colmados de especias que hacen sus platos potentes y muy sabrosos.

Me gusta almorzar o merendar en su pequeño carro, y cuando le visito aprovecho para aprender cómo se llaman los platos y cómo los cocina.

Un rato con Mr. Surender Singh es así:

Hace unos días, por fin, pude recoger la moto del puerto. Venía preparado para un auténtico desastre de burocracia india así que no he perdido la calma en ningún momento durante los 10 largos días que he andado a vueltas de oficina en oficina, escribiendo mails o haciendo decenas de llamadas porque siempre faltaba algo, un papel, una firma, un permiso, o porque te dicen ‘vuelvo’ en 10 minutos pero aquí los minutos deben ser más largos.

Aún me falta recuperar el Carnet de Passages, pero finalmente recogí la moto, y ya la he preparado para los kilómetros que nos esperan juntos.

Vuelvo la vista atrás y compruebo que ya hace seis semanas que llegué a Mumbai. 45 días disfrutando de una muy pequeña parte de este enorme país.

Lo más interesante, como siempre, comprobar que nuestra forma de hacer las cosas no es la única y a veces no es la mejor.

La ruta empezó en Mumbai, donde recogí la moto, y siguió por Ulhasnagar, Ahmedabad y Udaipur hasta llegar a Pushkar.

Pero esto es solo el comienzo...

Después de casi tres meses en India por fin me pongo a escribir con un poco de fundamento los Relatos de Viaje.

Esta primera etapa me ha traído desde Mumbai hasta Delhi, desde donde escribo estas líneas, pasando incluso una noche en Nepal por cuestiones burocráticas.

En las entradas aterrizando en India y Mr. Surender Singh os conté cómo fue la llegada a Mumbai y el traslado a Ulhasnagar donde preparé la moto antes de poner rumbo al Norte. Las siguientes paradas fueron Ahmedabad y Udaipur, dos visitas inolvidables. Esto fue lo que nos encontramos en Ahmedabad:

Después de un par de días en Ahmedabab para visitar el campus del Instituto Indio de Administración y el pozo de Adajla Vav ponemos definitivamente rumbo al norte, al estado de Rajastán.

La moto se porta de maravilla a pesar del tute que le estamos metiendo con nuestro pesado equipaje. El remolque con sus banderines llama la atención de los indios y cada día nos graban o sacan fotos en la carretera, en la gasolinera o en el restaurante. El tiempo es soleado y la carretera se pone interesante con bonitos paisajes y entretenidas curvas.

Después de pasar unos días en Udaipur disfrutando de la tranquilidad de esta ciudad, de nuevo había que ponerse en movimiento, siempre dirección Norte, haciendo paradas en Pushkar y Jaipur para llegar finalmente a Delhi.

Las semanas que pasamos entre Pushkar y Jaipur nos han enseñado mucho de cómo hacer (y cómo no hacer) negocios con los indios. Esperas interminables, acuerdos no cumplidos, y muchas horas de paciencia.

Pero mientras tanto descubrimos el mejor Restaurante del viaje, y visitamos una de las Construcciones más espectaculares que hemos visto nunca.

Una de las últimas actividades que realicé en India fue con seguridad uno de los descubrimientos más interesantes durante este viaje.

Sanganer y Bagru son los dos principales centros de producción de telas estampadas siguiendo una antigua técnica de impresión manual con bloques de madera y tintes naturales. Allí pasamos varios días visitando cientos de talleres y artesanos, aprendiendo todo lo que pudimos y deseando volver para crear nuestros propios diseños... y en ello estamos.